TRIBUTACIÓN DE LAS INDEMNIZACIONES POR DESPIDO (2017)

¿En qué casos tributan a Hacienda las indemnizaciones que se han recibido por despido?

La indemnización por despido se considera un rendimiento del trabajo, debiendo tributar en el IRPF como un ingreso más del trabajador como consecuencia de su relación laboral con la empresa. Sin embargo, la normativa del impuesto establece determinadas situaciones en las que las indemnizaciones estarán exentas de tributar, aunque el trabajador siempre estará obligado a comunicar a la Agencia Tributaria el importe que ha recibido de la empresa.

En el art. 7, apartado de la Ley del IRPF dice:

“Artículo 7. Rentas exentas.

Estarán exentas las siguientes rentas: (  )

  1. e) Las indemnizaciones por despido o cese del trabajador, en la cuantía establecida con carácter obligatorio en el Estatuto de los Trabajadores, en su normativa de desarrollo o, en su caso, en la normativa reguladora de la ejecución de sentencias, sin que pueda considerarse como tal la establecida en virtud de convenio, pacto o contrato.

Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, en los supuestos de despidos colectivos realizados de conformidad con lo dispuesto en el artículo 51 del Estatuto de los Trabajadores, o producidos por las causas previstas en la letra c) del artículo 52 del citado Estatuto, siempre que, en ambos casos, se deban a causas económicas, técnicas, organizativas, de producción o por fuerza mayor, quedará exenta la parte de indemnización percibida que no supere los límites establecidos con carácter obligatorio en el mencionado Estatuto para el despido improcedente.

El importe de la indemnización exenta a que se refiere esta letra tendrá como límite la cantidad de 180.000 euros.”

 

¿Cuándo tributan las indemnizaciones por despido?

  1. Indemnizaciones que no superan lo que establece el Estatuto de los Trabajadores

Si la indemnización que recibe el trabajador es únicamente la que el Estatuto impone como obligatoria (por un despido improcedente o por  un despido objetivo), o la recibe por una sentencia judicial tras impugnar su despido, no tiene que tributar por ella mientras que no supere los 180.000 euros.

Cuando hablamos de indemnizaciones por despido, nos referimos tanto a las indemnizaciones por un despido improcedente  como a las indemnizaciones por un despido objetivo , que son las que el Estatuto de los Trabajadores establece en estas cantidades:

Indemnización de 20 días por año trabajado. Cuando una empresa despide a un trabajador con un despido objetivo, tiene que pagarle en el mismo momento de entregarle la carta de despido una indemnización de 20 días por año trabajado, con un tope máximo de 12 mensualidades, es decir, que en ningún caso la indemnización no podrá ser superior del resultado de multiplicar el salario mensual por 12.

Indemnización de 33 días por año trabajado. Si el contrato del trabajador es posterior al 12 de febrero de 2012 y el despido es declarado improcedente, la empresa puede optar entre la readmisión o pagarle al trabajador una indemnización de 33 días por año, con un tope de 24 mensualidades. En cualquier caso la indemnización no podrá ser superior del resultado de multiplicar el salario mensual por 24.

Indemnización mixta: 33 / 45 días por año trabajado. En el caso de contratos de trabajo con fecha anterior al 12 de febrero de 2012, a la hora de hacer los cálculos para la indemnización por despido improcedente, hay que manejar dos tramos distintos:

  • para el total de días de antigüedad acumulados antes del 12 de febrero de 2012, se pagará una indemnización de 45 días de salario por año trabajado con un máximo de 42 mensualidades. Esta es una indemnización por despido a extinguir y de la que solo se aprovecharán los que tienen en las empresas contratos anteriores a 12/02/2012
  • para los días de antigüedad posteriores al 12 de febrero de 2012 (fecha de la reforma laboral), se pagará la indemnización de 33 días de salario por año trabajado, con un máximo de 24 mensualidades.

Para tener la cantidad final de indemnización por despido improcedente, habrá que sumar los dos tramos.

RESUMIENDO: mientras que la indemnización que pague la empresa al trabajador esté dentro de las cantidades que establece el Estatuto de los Trabajadores, y no más, todo lo que esté por debajo de los 180.000 euros (que es la inmensa mayoría de los casos) no paga por IRPF.  Y si la indemnización que recibe el trabajador es la que establece el Estatuto como mínima y obligatoria, pero se pasa de los 180.000 euros, tributará por la parte en que supere ese tope.

  1. B) Indemnizaciones por despido que van más allá de lo que establece el Estatuto de los Trabajadores

Si la indemnización que la empresa paga al trabajador supera los importes obligatorios que establece el Estatuto de los Trabajadores, el exceso estará sujeto y no exento, calificándose como rendimiento del trabajo y tendrá que tributar por IRPF. En estos casos podría resultar de de aplicación del porcentaje de reducción del 30 por 100 previsto en el artículo 18.2 de la LIRPF, ya que se trata de unas rentas (la indemnización) que no se ha generado únicamente en un solo año fiscal.

Cuidado con los “pactos” entre empresa y trabajador en un despido sin acudir a conciliación

Es muy importante prestar atención a que la norma del IRPF (art. 7 e) que establece la parte de la indemnización por despido que no tributa, hace mención a que no se aplicará esto a las indemnizaciones que se hayan “establecido en virtud de convenio, pacto o contrato.”

Esto sobre todo es para los casos en que empresa y trabajador llegan a un acuerdo mutuo, con indicios de fraude de ley, en el que la empresa paga indemnización y finiquito y el trabajador no reclama.  Es frecuente, por ejemplo, en los casos en los que el trabajador pide a la empresa que le despida y  “arregle los papeles” para poder cobrar el paro (en fraude de ley) y se pacta la indemnización por un despido improcedente.

En estos casos, si la empresa entrega el finiquito y la indemnización al trabajador y este no reclama poniendo la papeleta de conciliación, la Agencia Tributaria puede entender que hay un pacto entre empresa y empleado y exigir que toda la indemnización, desde el primer euro, tribute por el IRPF.

En alguna consulta, la Agencia Tributaria ha aclarado que en los casos de despido objetivo no hace falta que el trabajador recurra el despido llevando a la empresa al organismo de conciliación administrativa.  En los casos de despido objetivo las causas suelen estar bien identificadas (razones económicas, productivas, técnicas, de fuerza mayor, etc) y no se prestan tanto al fraude.  Los problemas con la tributación de las indemnizaciones suelen venir por las situaciones en las que la empresa reconoce directamente la improcedencia del despido y no hay reclamación por parte del trabajador.

De la consulta de la D. G. de Tributos V4719-16, de fecha 08/11/2016  destacamos la siguiente afirmación: “Por lo que para declarar la exención de las indemnizaciones por despido será necesario que el reconocimiento de la improcedencia del despido se produzca en el acto de conciliación ante el Servicio de Mediación, Arbitraje y Conciliación (SMAC) o bien mediante resolución judicial.”

En el caso de que el trabajador se encuentre frente a indemnizaciones elevadas por un despido improcedente, recomendamos contar con asesoramiento legal y fiscal. Y ante la duda, solicitar la conciliación ante el SMAC y que allí la empresa reconozca la indemnización por despido improcedente.

Las indemnizaciones que no son por despido, tributan.

Al finalizar una relación laboral, hay determinadas situaciones que no se deben considerar “indemnización por despido”.  Por ejemplo, no lo son cuando se produce la finalización de un contrato o de un contrato por obra y servicio. En estos casos el trabajador tiene derecho a recibir una indemnización al terminar su contrato y ésta no está exenta porque no es un caso de despido. Es decir, en estas indemnizaciones hay que tributar en el IRPF.

Además, hay extinciones de las relaciones laborales que no dan derecho a percibir indemnización, como por ejemplo el despido disciplinario , o una baja voluntaria, entre otras.